
Andan escandalizados al otro lado del charco, no dan crédito a lo que el Sr. Woods ha hecho y la única explicación pausible que se les ocurre (o la única que están dispuestos a aceptar, cosas de la paradójica moral americana) es que el Sr. Woods está enfermo y tiene una adicción al sexo. Si esto sucediese en España, el Sr. Woods sería admirado por unos y criticado por otros pero ni unos ni otros le restarían responsabilidad por sus actos. En cambio, eso parece suceder en EEUU.
En
Según aparece en el blog sobre salud del WSJ el Sr. Woods se ha sometido a terapia para curar su posible adicción al sexo en el Pine Grove Behavioral Health and Addiction Services. Hay varios centros donde se ofrece tratamiento para estos casos e incluso hay un grupo de 12 pasos con una filosofía similar a la de Alcohólicos Anónimos. Y en el NYT durante la semana pasada se ha creado un consultorio donde los lectores pueden consultar sus dudas sobre la adicción al sexo con diversos profesionales expertos en sexología.
No se si tiene que ver con la serotonina, dopamina y adrenalina, tal y como dice uno de los profesionales del consultorio que aparece en el NYT, tampoco si tiene más que ver con una adicción o una persona con rasgos narcisistas y poco empática hacia sus seres queridos tal y como dice otro de los expertos que responden a los lectores. Lo que sucede es que se está tratando de vender la imagen de una persona enferma (con los beneficios secundarios que eso conlleva) y su figura se está convirtiendo en la imagen comercial de un trastorno. Y mientras tanto nosotros nos tenemos que conformar con el cura de Toledo.