24/5/10

"Bebés delincuentes" o como convertir la medicina preventiva en medicina predictiva con fines judiciales.


Hace unas semanas me enteraba a través del blog de Miguel Jara  de la emisión de un documental en el canal ARTE de la televisión francesa de Marie-Pierre Jaury titulado  “L’enfance sus controle” (“La infancia bajo control”).
El documental hace referencia a un estudio, que desconocía por completo, del INSERM (Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale), el instituto nacional de la salud francés, del año 2005 titulado “Trouble des conduites chez l'enfant et l'adolescent Une expertise collective de l'Inserm”  vinculado a un Proyecto de Ley de Prevención de la Delincuencia de N. Sarkosy.
Al parecer ese proyecto de ley y el estudio del INSERM provocaron bastante revuelo en Francia en su momento donde diferentes profesionales lo criticaron duramente, formándose el colectivo ”Pas de zéro de conduite pour les enfants de trois ans” (“No al cero en conducta para los chicos de tres años”)
Se proponía una detección precoz de alteraciones del comportamiento en el niño. La intervención comenzaría con el examen de circunstancias familiares y sociales de riesgo ya desde el embarazo e incluiría el diagnóstico de los niños entre 0 y 3 años, aparte del seguimiento durante las sucesivas etapas del crecimiento. Así se invitaba a los profesionales a detectar factores de riesgo prenatales, genéticos, ambientales y de personalidad que pudieran predecir un futuro camino a la delincuencia con el riesgo de estigmatizar como patológicos rabietas y actos de desobediencia de estos “bebes delincuentes”.
Cada niño sería acompañado a lo largo de su vida y de su paso por la guardería, escuela y demás por un dossier o carnet de comportamiento donde se anotarían sus conductas y comportamientos “problemáticos” (se proponía incluir estos “diagnósticos” en el carnet de salud del niño, donde se apuntan las diversas vacunas y enfermedads que padece). Es decir, los legisladores proponían como medida preventiva cribar y detectar para poder tratar precozmente a los niños desde su nacimiento y evitar de esa manera futuros comportamientos delictivos a 10 o 15 años vista.
El supuesto de bebé o niño ideal, “normalizado y adaptado”, venía establecido por el DSM-IV, o más bien, por una particular utilización del DSM.
Se hablaba de la detección a los 36 meses  de los signos siguientes: “falta de docilidad, heteroagresividad, débil control emocional, impulsividad, índice de moralidad baja”, así como de “rasgos de carácter como la frialdad afectiva, tendencia a la manipulación, cinismo”. Todo esto en un marco de herencia genética de los desordenes de conducta.
Con este tipo de abordaje determinista y aplicando un riguroso principio de linealidad, el mínimo gesto, las primeras “tonterías” de cualquier niño serían interpretadas como la expresión de una personalidad patológica que convendría neutralizar  lo antes posible.
Los niños detectados serían sometidos a una batería de tests y pruebas elaborados sobre la base de teorías neuropsicológicas del comportamiento y para aquellos más “resistentes” cabría la medicación. Parecían obviar que los problemas de comportamiento suelen situarse más frecuentemente en el dominio de lo pedagógico y psicológico, social, cultural y económico medicalizando al extremo estos comportamientos o cualquier manifestación de malestar social.
El Comité Consultivo Nacional de Ética de las Ciencias de la Vida y de la Salud de Francia (CCNE) en un informe titulado «Problemas éticos de las implicaciones predictivas de la detección precoz de trastornos del comportamiento en la infancia» criticó duramente esta iniciativa advirtiendo además del riesgo de convertir a la víctima de una posible patología en un presunto culpable.
Informaba además de  “la ambigüedad de la definición de problemas de conducta según el DSM-IV” y “la tendencia a atribuir a aspectos genéticos o a las predisposiciones cerebrales, de naturaleza neurobiológica, un papel preponderante en la evolución futura de formas violentas de conducta, lo que parece más fruto de un postulado, de una petición de principio, que de una valoración en contexto de los datos disponibles. En efecto, los factores de riesgo social o ambiental parecen mucho más determinantes de las conductas futuras que los factores genéticos, neurobiológicos o psicológicos del niño”.
Asimismo aconsejaba que se impusiera “la prudencia frente a la tentación de recurrir con demasiada frecuencia a tratamientos psicofarmacológicos”.
Como habéis podido comprobar el documental está en francés. Si alguien lo encuotra ra subtitulado al castellano agradecería enormemente que lo compartiera.