17/3/09

Bioética. Guía para la resolución de conflictos éticos

En la última sesión de formación que realizamos periódicamente los integrantes del PAPMVXD contamos con la presencia de José Luis Rodriguez-Arias Palomo (Dr. en Psicología. Psicólogo Clínico en el Hospital “Virxe da Xunqueira”. Cee–A Coruña) para hablarnos de Bioética y Deontología en Violencia de Género.

Nos introdujo al mundillo de la bioética y nos proporcionó una pequeña guía para la resolución de los conflictos éticos que se nos puedan plantear, útil no solo en el contexto específico de violencia de género donde podemos tener dificultades en encontrar respuestas de aplicación universal dado la variabilidad de las situaciones y variables que se nos presentan, sino también en el contexto de la práctica cotidiana de nuestra profesión.

El término Bioética fue utilizado por primera vez por el oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter en 1970. Es por tanto una disciplina relativamente nueva.

Como ética aplicada tiene como tarea primordial ofrecer un marco reflexivo de principios morales que sirvan de instrumento para la toma de decisiones y fundamento de las mismas en los casos concretos que se nos planteen en la práctica cotidiana.

Como toda ética, se destaca su componente racional, necesario para justificar o dar razón a la toma de decisiones. Se basa en al argumentación y en el debate. Propone argumentos, NO SOLUCIONES.

Simplificando al máximo podemos diferenciar entre, por un lado, una ética Principialista (Deontologista) que postula la existencia de principios y deberes morales, anteriores a las acciones e independientes de sus efectos. Según esta ética las acciones humanas son buenas o malas por su coherencia con tales principios, no por sus consecuencias.

Por otro lado tenemos una ética Consecuencialista (Utilitarista) que nos dice que la acción correcta es la que tenga mejores consecuencias para todos los afectados, ahora y en el futuro. Esta ética otorga un papel secundario a los derechos individuales. Valora las acciones por sus resultados, no por sí mismas ni por las intenciones o motivaciones de los agentes.

T. Beauchamp y J. Childress enumeran 4 principios a tener en cuenta en Bioética:

- Principio de No-maleficiencia (“Primum non nocere”, i. e. “Ante todo, no hacer daño”): Implica respetar la vida e integridad física y psicológica de los pacientes protegiéndolos de manipulaciones y abusos por motivaciones ajenas a una correcta práctica profesional. Supone también la utilización de tratamientos empíricamente validados.

- Principio de Justicia: Implica la distribución de recursos y acceso a ellos de manera justa y equitativa. Exige tratar a todos por igual, con equidad, sin discriminación.

- Principio de Beneficencia: Supone la obligación de hacer el bien (en el sentido utilitarista del término) a los demás, aumentando al máximo los beneficios y reduciendo los daños y perjuicios.

- Principio de Autonomía: Obligación de respetar los valores y opciones personales de cada individuo en las decisiones que le atañen vitalmente así como también el derecho a equivocarse al hacer la propia elección. Su máxima expresión es el consentimiento libre e informado. Se incluiría aquí la confidencialidad y secreto profesional como también el derecho a una información veraz, comprensible y adecuada sobre su proceso de salud y evolución. Este principio permite hacer más simétrica la relación terapeuta-paciente evitando asumir una posición paternalista.

Todos los principios bioéticos enunciados anteriormente habría, por tanto, que tratar de cumplir con ellos. Pero en la práctica ninguno de ellos tiene carácter absoluto y podría haber (y de hecho las hay) situaciones concretas en las que sería posible establecer excepciones.

Hay autores que consideran que la decisión acerca de cuál de ellos es el principio que debe ceder, en caso de conflicto, sólo puede basarse en el análisis de las consecuencias derivadas de un curso de acción en una situación concreta.

Otros autores como Diego Gracia (uno de los máximos exponentes en Bioética en España junto con Victoria Camps) distinguen niveles dentro de los principios, permitiendo con ello una jerarquización de los principios formulados por Beauchamp y Childress:

- Nivel Público (que constituiría una Ética de Mínimos): Aquí se incluirían los principios de No-maleficiencia y de Justicia. Estos principios son obligatorios para todos, sin distinción. Tienen como fundamento el principio de universalidad.

- Nivel Privado (Ética de Máximos): Compuesto por los principios de Beneficiencia y Autonomía. Están basados en el principio de particularización, dependerán del sistema de referencia que tome cada sujeto y solo son exigibles por el propio sujeto.

Los dos primeros (No-maleficiencia y Justicia) tendrán por tanto un rango superior a los segundos (Beneficiencia y Autonomía) y obligan con independencia de la opinión y voluntad de las personas implicadas.

Esta jerarquización permite justificar una ordenación de los cursos de acción posibles en cada caso, en función del principio al que responden y por el que se legitiman.

Otros autores (Emanuel, E. J., y Emanuel, L. L) proponen que esta jerarquización no se realice a priori y abogan por una metodología deliberativa, en la que todos los participantes (incluido paciente) indaguen dialógicamente y ponderen las acciones posibles y ayuden al paciente a elegir de entre los valores que están vinculados con su salud cuáles son los mejores.

A continuación incluyo la guía que nos proporcionó Pepe Arias en la sesión de formación.

GUIA PARA LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS ÉTICOS:

1. Definir los conflictos éticos.

2. Identificar los valores y principios que están en juego: No-maleficiencia, Justicia, Beneficencia y Autonomía (e.g. No-maleficiencia Vs Autonomía)

3. Diseñar los cursos de acción extremos (i.e. cursos de acción que preservan un valor y rechazan otro).

4. Proponer cursos de acción intermedios (i.e. cursos de acción que tratan de preservar lo máximo posible los valores en conflicto).

5. Argumentar cada uno y priorizar (Elegir aquel curso de acción intermedio que mejor preserve los valores en conflicto).

6. Programar estrategias para aplicar soluciones.

7. Evaluar la opción elegida (Realizar la valoración en base a tres reglas):
  • Regla de Publicidad (¿Estás dispuesto a defender públicamente la decisión tomada?)
  • Regla de Legalidad (¿La decisión tomada está de acuerdo con las leyes?)
  • Regla de Tiempo (¿Pasados unos días mantendrías la decisión?)



4 comentarios:

  1. Interesantísima cuestión. Para una excelente revisión que ayude a formarse una opinión "ilustrada" recomendaría el libro de Jürgen Habermas "El futuro de la natguraleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal?".
    Personalmente me posiciono con Emanuel y Emanuel, creo que es un tema tan complejo que cualquier guia a priori es artificiosa y posiblemente dificulte la toma de decisiones mas que facilitarla, aunque creo también por otra parte, positivo, el exponer el problema y diseccionarlo en todas sus posibles derivaciones.
    Un saludo, muy buena entrada.

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  2. Gracias por la referencia que aportas y por tu comentario.
    Por cierto, intentaré poner una entrada que genere algo de gresca porque un tal Antonio, sí ese mismo, un chaval que dice que es psicólogo en Santiago ha comentado que te gusta….
    De lo poco que he visto sobre este tema en principio yo también me oriento hacia un modelo deliberativo en el que a priori no exista una jerarquía de principios y poder trabajar con la persona que acude a terapia para identificar y dar valor a los principios que entran en conflicto (si es posible) y de ahí proponer acciones alternativas.
    Respecto a la guía en si, simplemente es eso, una guía, un protocolo de actuación muy light que no introduce ninguna limitación (no soy nada amigo de los protocolos, créeme).
    Creo que no introduce ninguna limitación ya que no establece a priori jerarquías sobre los distintos principios y tampoco te dice que solución debes adoptar. Únicamente que optes por una solución que preserve al máximo los dos principios que están en juego en una situación determinada.
    De todas maneras lo fundamental es que las decisiones tomadas ante un conflicto ético estén argumentadas (independientemente de cuales sean).
    Existen diversos caminos que nos llevarán a diversas soluciones y todas ellas serán éticamente “válidas” si están argumentadas.
    Un saludo

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  3. jajajaja. Me gusta lo de "que dice que es psicólogo en Santiago....". La gente siempre dice que .......y luego de lo que dice a lo que es....En cualquier caso razona y argumenta mucho más lucidamente que la mayoría de psicólogos que conozco, así que........a mi me vale.
    En cuanto a lo demás, me encantaria una buena discusión, Antonio dice bien.
    Hay cuestiones donde no tienen que ver los argumentos, aunque esto mismo sea un argumento ¿ven ustedes? ya empezamos con la camisa de fuerza que es el lenguaje.......
    Un saludo, y a ver para cuando esa entrada. Creo que un tal Gustavo, del que seguramente ya te han llegado también referencias (un blog que se llama psicoseando..) está preparando algo para una supergresca.

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  4. ¡Bellacos, malandrines! (sería algo así como cabrones en roman palatino), tamaña afrenta sólo se puede solucionar de un forma; así que podéis elegir arma, pistola o sable.

    Os voy a dar con el título en la chepa!!!

    Un saludo

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