Llega el mes de septiembre y aparece otra vez por todas partes el llamado “Síndrome postvacacional” caracterizado (eso dicen) por un estado de debilidad generalizada o astenia, problemáticas de insomnio, somnolencia generalizada durante el día, baja capacidad de concentración, sensación de angustia, etc… y en general sintomatología de cuadros depresivos.
Pero lo cierto es que no es aceptado como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales aunque nos bombardeen con cifras, estadísticas, etc.
¿Que nos cuesta volver al trabajo, a nuestra rutina laboral y adaptarnos otra vez al mismo ritmo de vida? Pues claro. ¿Qué podemos experimentar en menor o mayor grado alguno de los síntomas descritos anteriormente? Pues también… A fin de cuentas es una situación transitoria de adaptación y que podemos sobrellevar mejor o peor según las estrategias y recursos que utilicemos. Pero es solo eso, un proceso de adaptación.
Al hablar de “síndromes” y “enfermedades” continuamos haciendo un sobreuso de terminologías y etiquetas con el resultado de patologizar nuestra vida cotidiana.
Además tiene un importante componente subjetivo y es la percepción que tengamos de la vuelta al trabajo y el trabajo mismo. Si ya es una mierda antes de irnos de vacaciones pues lo seguirá siendo a la vuelta.
Regresamos a un entorno de demandas y exigencias que requiere volver a asumir el mismo rol que teníamos un mes antes (el de mas o menos “puteado” pero al fin y al cabo “puteado”) y en el que es necesario volver a adaptarnos a un ritmo diferente que supone cambios en cosas tan básicas como los ciclos sueño, comidas, etc.
Además tenemos la puñetera costumbre de creer que únicamente podemos realizar actividades placenteras en periodos de vacaciones o fines de semana por lo que la única solución que encontramos es pensar en el próximo festivo que nos permita hacer puente.
Experimentar en mayor o menor medida estos síntomas es normal. Y cuando se experimentan con intensidad es muy probable que tenga más que ver con la insatisfacción laboral personal de cada uno o en casos muy extremos con volver a un trabajo donde se sufren experiencias negativas (por ejemplo conductas de acoso laboral) que con la existencia de un síndrome o trastorno llamado “Sindrome postvacacional”.
Y si optamos por acudir a un psicólogo o psiquiatra podemos encontrarnos con que nos diga que la vuelta al trabajo es una “mierda” y nos enseñe las fotos y el video de sus vacaciones.
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